Si has comprado alguna vez ropa de cama, estarás de acuerdo en que la diferencia entre raso y satén es bastante sutil, a menos de que estés acostumbrado a trabajar con estos dos tipos de telas. ¿Las has confundido alguna vez? Cuando muchos de nosotros empezamos a trabajar en Dutch Label Shop nos sorprendió el gran parecido entre ambas, tanto en la textura como en la apariencia. Si estás pensando en confeccionar algo con alguna de estas dos telas, quizás te convendría saber en qué se diferencian, sobre todo por lo que a durabilidad y cuidado se refiere.
Ponte tu pijama de raso y abrígate bien en la cama con tus sábanas de satén porque vamos a adentrarnos en el mundo de estas dos telas tan parecidas pero, a la vez, tan dispares.
Lo primero que debes recordar es que los términos 'raso' y 'satén' no hacen referencia a la fibra, sino al tejido de la tela. Si en algo se parecen ambas telas es en el patrón del tejido, puesto que ambas se basan en la estructura de cuatro hilos por arriba y uno por debajo (en contraposición a la estructura clásica de un hilo por arriba y otro por abajo con la que seguramente estás familiarizado). Esto hace que sean más obvios los hilos de la parte de arriba de la tela, otorgándole su peculiar elegancia, brillo y sedosidad. El otro lado, por el contrario, es bastante apagado, con lo cual no queda ninguna duda de cuál es el lado bueno de la tela.
Raso y satén
Dos telas dignas de elogios por igual en Dutch Label Shop (o en la tienda de telas). Si bien es cierto que tienen sus diferencias, no es ninguna contradicción confundirlas porque lo cierto es que parecerse, se parecen... ¡y mucho!
Es importante insistir de nuevo en que los términos 'raso' y 'satén' no hacen referencia a la fibra, sino al tejido de la tela. Ambas telas comparten el patrón del tejido y se basan en la estructura de cuatro hilos por arriba y uno por debajo (en contraposición a la estructura clásica de un hilo por arriba y otro por abajo con la que seguramente estás familiarizado). Este patrón genera una interfaz flotante y este efecto flotante hace que sean más obvios los hilos de la parte de arriba de la tela, otorgándole su peculiar elegancia, brillo y sedosidad. El otro lado, por el contrario, es bastante apagado, con lo cual no queda ninguna duda de cuál es el lado bueno de la tela.
Pues si tanto se parecen a simple vista, ¿dónde está la diferencia? Para averiguarlo, vamos a analizar las particularidades de cada una de estas telas por separado.
¿Qué es la tela de raso?
Si nos preguntamos por el origen de la palabra 'raso', debemos remontarnos al siglo XII. En la Edad Media, Quanzhou (China) era el puerto de referencia en la exportación del raso. Comerciantes árabes frecuentaban la ciudad, (llamada Zayton) y bautizaron a la tela con el mismo nombre. Con los años 'zayton' ha evolucionado hasta convertirse en 'satin' en inglés (o 'raso' en español). Y el resto ya es historia...
Además de ser una tela, el raso también es una estructura de tejido. Es la estructura que antes hemos mencionado y que comparte con el satén. Tanto la tela de raso como la de satén son brillantes y sedosas, así que la diferencia reside en las fibras utilizadas.
¿De qué está hecho la tela de raso?
El raso utiliza filamentos como la seda, el nailon o el poliéster. Tradicionalmente se producía exclusivamente con seda y los más puristas todavía consideran que la verdadera tela de raso solo puede confeccionarse con seda. Sin embargo, para abaratar costes y añadirle durabilidad y un brillo más intenso, hoy en día también se confecciona con nailon o poliéster (o incluso una mezcla de los tres). Aunque la tela de raso confeccionada a partir de fibras sintéticas no ofrece la misma transpirabilidad que la seda natural, el efecto es prácticamente el mismo.
¿Qué es el satén?
Seguro que te estarás preguntando: si el raso se define por los filamentos, ¿qué pasa con el satén? El satén está fabricado con hilado de fibra cortada o discontinua, por ejemplo, algodón o rayón. Gracias, en parte, al proceso de tejido, el satén puede ofrecer esa suavidad y brillo característicos, incluso a partir de fibras discontinuas. Para aportarle la textura sedosa a la que estamos acostumbrados, el algodón o rayón usados se suelen cardar, peinar o mercerizar.
¿Elegir raso o satén?
Los filamentos se usan para fabricar raso mientras que las fibras discontinuas se usan para el satén
Según el proyecto que tengas entre manos, puede que elijas una u otra tela. La tela de raso es de uso frecuente en la confección de prendas (desde chaquetas de béisbol hasta lencería). Si conoces a alguna pequeña bailarina, seguro que sus zapatillas rosas están revestidas en raso. También es una buena opción para tapizar mobiliario. El raso aporta un toque de elegancia atemporal y una suavidad refinada.
El satén se hace con algodón y (como seguramente ya has adivinado) se trata de un material que ofrece mayor durabilidad y resistencia. Si estás confeccionando algo que necesita soportar mejor el desgaste, el satén puede que sea tu mejor elección. Es por este motivo que hoy en día encontramos en el mercado infinidad de sábanas y cortinas de satén.
Una diferencia clave en cuanto al mantenimiento de ambas telas es que el raso se puede lavar a máquina. En cuanto al satén, dependiendo de la mezcla de fibras, puede que pueda lavarse a máquina, si bien casi siempre es aconsejable lavarlo a mano o en seco.
Si tienes pensado modificar el color, el raso se puede teñir, descolorir o imprimir de forma bastante homogénea. En cuanto al satén, a veces podrás teñirlo pero, una vez más, dependerá de la mezcla de fibras usada para su confección y, además, requerirá de un proceso más laborioso.
¡Ahora ya lo sabes todo! Y recuerda, elijas la tela que elijas para tu proyecto, no olvides añadir una etiqueta con las instrucciones de cuidado para que el afortunado que lleve tus prendas pueda sacarle el máximo provecho.